Überschrift: Texte
Richard Schindler
Die Nachtbilder von Celso Martínez Naves

Dass Celso Martínez Naves in der reichen Tradition der "Malerei des Lichts" steht, ist oft bemerkt und notiert worden. Seine Bilder sind seit Jahren der immer wieder unternommene Versuch, sich diesem Phänomenbereich, und zwar seiner tatsächlichen Erscheinung und seinen tatsächlichen Begleitumständen nach, malerisch zu nähern.

Die von Celso Martínez Naves vorgestellten Bildszenen sind nicht erfunden; sie entstammen allesamt der wahrgenommenen Wirklichkeit. Dennoch ist kein vorgestellter Ort so spezifisch wiedergegeben, dass er, kennte man ihn, mühelos wiederzufinden wäre.

Die Bilder zeigen ein ortloses Hier; den Ort, der überall und nirgendwo zu finden ist. Sie kennzeichnet Bestimmtheit und Unbestimmtheit des Ortes. Zugleich aber ist auch keine Szene so unbestimmt, dass man nicht wüsste, um was für eine Situation es sich handelt. Sie verführen zu narrativen Ergänzungen, und leicht kann man sich in Geschichten verlieren, mit denen die Szenen gleichsam gerahmt werden können: was war hier geschehen, was wird hier geschehen?

Die Bilder "haben" gleichsam unsichtbare Vor- und Nachgeschichten und formulieren den Stillstand der Zeit, ein zeitloses Jetzt. Mit den Bildern wird eine Ort- und Zeitlosigkeit thematisch, die für uns nur mehr atmosphärisch bestimmbar ist. Daß die Bilder das schaffen, hängt wohl damit zusammen, dass sie sichtlich durch nur geringfügige kompositorische Eingriffe vom ursprünglich Wahrgenommenen abrücken. Daher kann das Vorgestellte jederzeit, überall und nirgendwo zu finden sein und die Bilder nehmen ihren Aufenthalt in Zwischenraum und Zwischenzeit; zwischen Vorher und Nachher, Hier und Dort, Nirgendwo und Überall, zwischen Licht und Dunkelheit.

Mit dieser ihrer präzisen Vagheit sind sie, im wahren Sinne des Ausdrucks, abstrakte Bilder – sie sehen von Spezifischem ab und heben zugleich Allgemeines - als Besonderes - hervor. Sie stellen Allgemeines her.

Richard Schindler
Los cuadros nocturnos de Celso Martínez Naves

El hecho de que Celso Martínez Naves esté situado en la rica tradición de la "Pintura de la Luz” (claroscuro), ya ha sido a menudo señalado y mencionado. Desde hace años, sus cuadros son, el una y otra vez emprendido intento de acercarse pictóricamente a este fenómeno; en su apariencia real y en sus reales circunstancias complementarias. Las escenas que Celso presenta no son inventadas, proceden todas de la realidad percibida. Sin embargo, ningún lugar está representado de forma tan específica que conociéndolo se pueda volver a encontrar fácilmente.

Los cuadros muestran un aquí sin localización. El lugar se encuentra en todas partes y en ninguna, caracterizando su certeza y vaguedad. Al mismo tiempo, ninguna escena es tan imprecisa como para que no se sepa de que situación se trata. Seduce a suplementos narrativos, pudiendo perderse fácilmente en historias que a su vez sirven de marco a las escenas, ¿qué ha sucedido aquí?, ¿qué va a suceder?

A la vez, los cuadros "tienen” invisibles historias anteriores y posteriores, formulan la detención del tiempo, un ahora perenne. Presentan una carencia de tiempo y lugar que sólo podemos determinar mediante su atmósfera. El hecho de que consiga este efecto, se debe evidentemente a que se aleja de lo originariamente percibido a través de leves intervenciones de la composición. Así, lo representado puede suceder cuando se quiera, estar ubicado en todo lugar y en ninguno. Los cuadros se asientan en el intersticio y en el intermedio; entre el antes y el después, el aquí y el allá, en ninguna parte y en todos los sitios, entre la luz y la penumbra.

Con esta precisa vaguedad son, en el verdadero sentido de la expresión, cuadros abstractos. Renuncian a lo específico y al mismo tiempo realzan lo general como especial. Crean lo común.